"Bienvenid@ seas Amig@. Te saludo. Espero que tu visita te lleve a lo que buscas y que se repita una y otra vez convirtiéndose en costumbre; que el Universo una nuestros Caminos y podamos disfrutar del regalo de Bosques y Ríos, Montañas y Glaciares, de nuestros hermanos de las familias del Aire, la Tierra y el Agua, de nuestros Arcos y Flechas... Que seamos uno más del Pueblo de las Gentes del Sueño, la Tribu sin fronteras que viaja por nuestra Madre Tierra con el corazón en la mano y una sonrisa de Paz en la mirada."


domingo, 5 de mayo de 2013

Caminos diferentes


El Camino del Arco es diferente para cada una de las personas que entra en él. Tantos años después, me sorprende a mí mismo cada vez más. Cuando creo estar lejos de él, apartado, son mis propios pasos sin conciencia los que me llevan a un Bosque solitario. Entonces vuelvo a escuchar el susurro de los árboles en el silencio, y casi sin intención, sin darme cuenta,  todo comienza de nuevo.

Sigo unas etapas aprendidas sin escuela. Un proceder que el mismo Bosque va guiando. Aparece primero un palo recto y suficientemente largo de un determinado tipo de árbol, flexible, resistente. No es una casualidad. Lo tomo en mis manos y sigo caminando. Aparecen después unas plumas de una gran voladora;  las tomo en mis manos y sigo caminando. Aparecen las heridas de un gran Pino que chorrean su resina seca a través de la corteza. Guardo las gotas endurecidas en mi bolsillo y sigo caminando. Por último aparece un grupo de varas de cierto arbusto... Y entonces, cuando me siento completo, aparece un lugar acogedor y me siento en el  mullido suelo tapizado de hojas al trasluz de los rayos del sol de la tarde. El Bosque ha hablado sin palabras.



Comienzo un trabajo rápido y sencillo, sin máquinas, sin cálculos, absolutamente intuitivo. Mis manos funcionan solas, sin una mente que piensa. Los diferentes pasos están integrados en una canción que suena desde el interior de mí mismo al tiempo que escucho como cantan los pájaros del Bosque, quizás en sintonía. Levanto mi mirada y veo que me observan desde sus atalayas, desde sus fugaces vuelos rasantes, con sus ojillos negros y profundos.

Cuando finalizo, me encuentro de nuevo con un Arco, la Flecha y un arquero que nació cuando era un joven adolescente. Me encuentro de nuevo con un nómada de los Bosques y Montañas que comienza otra vez una caza.

Al retomar mi Camino encuentro unas huellas. Pertenecen sin duda alguna a una especie que siempre me sorprende. Sigo el sendero, me desvío, tal y como hizo el ser que me precede...entro silenciosamente en un claro del bosque en el que parece no haber nada... Y mis ojos encuentran por fin a la presa... me preparo.


Agazapado entre las luces y sombras de los verdes robles que echan sus hojas nuevas, siento la tensión de la cuerda, el contacto de mi índice en la comisura de los labios. Siento la tensión desde la espalda, la mano que empuja el arco hacia delante... mis ojos que vuelan primero hasta un punto exacto y vital de la presa.

Y entonces... suelto, y vuela ondulante la primitiva flecha.

Y da en el Blanco. Un blanco que no debería estar donde se encuentra.



Sigo creciendo en mi propio Camino del Arco.