"Bienvenid@ seas Amig@. Te saludo. Espero que tu visita te lleve a lo que buscas y que se repita una y otra vez convirtiéndose en costumbre; que el Universo una nuestros Caminos y podamos disfrutar del regalo de Bosques y Ríos, Montañas y Glaciares, de nuestros hermanos de las familias del Aire, la Tierra y el Agua, de nuestros Arcos y Flechas... Que seamos uno más del Pueblo de las Gentes del Sueño, la Tribu sin fronteras que viaja por nuestra Madre Tierra con el corazón en la mano y una sonrisa de Paz en la mirada."


lunes, 27 de mayo de 2013

A una Flecha


Crónica de una jornada en família realizando el segundo recorrido de la temporada, concretamente el  del Club Arquers Vall-Llobera. Técnico y exigente, físicamente potente por sus desniveles y magníficamente planteado con algunos tiros de puro vértigo. El Bosque por el que discurre es, simplemente,  mágico y maravilloso.

Aunque llueve ligeramente, hemos tomado la acertada decisión de arriesgarnos y dirigirnos a Vall-Llobera para pasar el domingo. El pequeño, mi compañera (que ha hecho las fotos y vídeos) y yo mismo, hemos realizado por primera vez el recorrido completo que transcurre en este Bosque frondoso.  Para ello, hoy he llevado a "Ojoblanco" en lugar de a mi amada "Verna". Creo que el motivo inconsciente de tal decisión ha sido el buscar la seguridad de mi Arco Desnudo, con la precisión que me brinda este magnífico recurvado frente a la Long Bow, algo más imprecisa.

Me he planteado hacer el recorrido a una sola flecha por diana, lo que añadía un tanto de sal y pimienta al asunto: Recorrido desconocido, dianas desconocidas, distancias desconocidas y solo un intento. De vértigo. Solo en un par de dianas que no he tocado con mi primera flecha he probado una segunda. He tocado "corazones" y "zonas vitales", algunos cuellos y  varios jamones..."en la imperfección reside la belleza", afirma un dicho Sioux.


Me ha encantado especialmente el tiro largo sobre el enorme Bisonte, quizás por lo ancestral de semejante encuentro, una total y absoluta sorpresa, en el claro del Bosque. Pero no han sido peores los del esquivo corzo de esbelta figura, el glotón de espaldas, el ciervo tumbado en un tiro vertiginoso de arriba hacia abajo, el íbice emboscado en la vaguada -una de las dos figuras que no hemos tocado- en el que una de mis halconas se ha despuntado al impactar contra un Roble. (Ya... lo sé,  no debería haber mirado al árbol, debería haber prescindido de su presencia). También me ha esquivado el Búho, que se intuía entre la sinuosa curva que formaba el tronco de otro roble ajustadísimo en la trayectoria. Los dos castores de la primera diana doble también han despuntado a una de mis halconas. En esta ocasión, la punta ha impactado contra la varilla central metálica que sostiene la figura de la izquierda, cosas que pasan... La segunda flecha, como para compensar y como buena compañera de carcaj, ha hecho un pleno en el otro roedor.

Como es habitual en mí... no he contado los puntos, pero he vivido al máximo las sensaciones. Soy consciente que muchas de mis sueltas hoy, confirmado tras visionar los vídeos que ha grabado mi compañera, han pecado de precipitación, de inseguridad, de un cierto miedo que ya venía "instalado" desde casa, de un exceso de consciencia y de la falta de un "fluir" que es tan necesario en este Arte...


Pero hemos disfrutado tanto del Bosque... y de las luces de fuego celeste atravesando las hojas nuevas de los robles.  Sobretodo ha destacado la energía positiva del pequeño, que hacía la función de guía de la patrulla y nos llevaba de una a otra diana buscando el camino, avanzando decidido y contento por los senderos, soltando flecha tras flecha sin desfallecer pese a los errores, superándose por momentos y alcanzando finalmente tantos corazones como yo mismo...dándonos una lección de personalidad y actitud ante la vida. Hemos disfrutado tanto de sus flechas y sonrisas cargadas de felicidad y alegría...!!

El mundo del Arco: tanto que aprender todavía. Tantos años después... y de nuevo en el comienzo.







lunes, 13 de mayo de 2013

Arcos y Robles


Una iniciación básica de Arco de Bosque para un grupo de 16 personas de edades muy diferentes... de 6 a 54 años...


En cierto modo he regresado a mi orígen. A través del parabrisas he saludado en la distancia a los Pirineos todavía nevados, las Montañas en las que construí mi primer Arco durante un ejercicio de supervivencia deportiva en solitario. Mientras la caravana de vehículos se acercaba al destino, también he sentido la proximidad de la casa de colonias de Vilanova de Sau en la que me inicié en la enseñanza del tiro con arco, allá por 1995...

Txevi, el responsable de monitores, llegaba con su lista: son 32, esta vez de 13-14 años...estará todo listo Juanto? -me decía. Estará todo listo Txevi -respondía yo casi siempre. Apenas marchaba un grupo y ya llegaba el siguiente. Así fué cada día, cada semana, cada mes... durante todo un año, mañana y tarde.

Llegar hoy con el gran grupo de niños y adultos que me siguen - famílias completas- a las instalaciones de Vall-Llobera tiene un significado muy especial para mí: en cierta forma es un renacer, un nuevo comienzo, tras varios años de actividades en el foso del Castillo de Montjuic, un espacio mucho más limitado en ciertos aspectos.


Mientras preparo la sesión me alegro de no haber malvendido el material de enseñanza cuando las circunstancias me apretaron fuerte. Uno a uno, monto las cuerdas y mis Arcos despiertan. Los frondosos Robles los acogen a la sombra de sus verdes hojas, nuevas, oscilantes, contentas, mecidas por la suave brisa que sopla en las tierras ausetanas. Me siento como en mi propia casa.

La actividad se desarrolla de una forma fluidamente improvisada. Me adapto a la realidad concreta, a las múltiples preguntas, al interés y las necesidades de cada uno de los asistentes. Me dejo llevar por un saber hacer desarrollado a lo largo de los años, perfeccionado con cada una de las experiencias y por supuesto siempre mejorable. Formo dos líneas de tiro, combinando edades, lateralidades y fuerzas. Ajusto armoniosamente sus equipos en consonancia. Repaso los detalles y normas de seguridad primordiales y subimos a la zona de calentamiento entre animados comentarios. En unos minutos ya vuelan las primeras flechas -siempre tan especiales- arrancando sonrisas, destellos de luz en las miradas y profundos sentimientos de alegría y satisfacción.


Poco a poco voy "soltando cuerda" al tiempo que los nuevos iniciados son más autónomos y se sienten más seguros. Ayudo a quien más lo necesita y halago cada pequeño logro de los que avanzan. Una vez familiarizados con sus Arcos y Flechas, sintonizados, nos dirigimos al recorrido de figuras 3D de iniciación. Allí comienza entonces el gran juego de la caza simulada...

Una tras otra, las flechas de la Tribu vuelan hacia las dianas, despertando sensaciones largo tiempo dormidas en los arqueros. El Sol brilla fuerte, los cúmulos de tormenta crecen lejos, sobre el Montseny que se vislumbra en el Horizonte. Canta el cuco, armonizando su melodía con el vaivén de las sueltas una y otra vez repetidas...


Cuando todo acaba me quedo solo en el campo unos minutos. Escucho al Bosque. Doy las Gracias. Vuela un pensamiento que se pierde en la frondosa maraña para siempre. Mis Arcos y los Robles vuelven a ser hermanos. Los primeros acercarán a las personas a los segundos, los segundos les cantarán las canciones de los ancestros para que recuerden...


Gracias Grupo de la Muntanyeta.

domingo, 5 de mayo de 2013

Caminos diferentes


El Camino del Arco es diferente para cada una de las personas que entra en él. Tantos años después, me sorprende a mí mismo cada vez más. Cuando creo estar lejos de él, apartado, son mis propios pasos sin conciencia los que me llevan a un Bosque solitario. Entonces vuelvo a escuchar el susurro de los árboles en el silencio, y casi sin intención, sin darme cuenta,  todo comienza de nuevo.

Sigo unas etapas aprendidas sin escuela. Un proceder que el mismo Bosque va guiando. Aparece primero un palo recto y suficientemente largo de un determinado tipo de árbol, flexible, resistente. No es una casualidad. Lo tomo en mis manos y sigo caminando. Aparecen después unas plumas de una gran voladora;  las tomo en mis manos y sigo caminando. Aparecen las heridas de un gran Pino que chorrean su resina seca a través de la corteza. Guardo las gotas endurecidas en mi bolsillo y sigo caminando. Por último aparece un grupo de varas de cierto arbusto... Y entonces, cuando me siento completo, aparece un lugar acogedor y me siento en el  mullido suelo tapizado de hojas al trasluz de los rayos del sol de la tarde. El Bosque ha hablado sin palabras.



Comienzo un trabajo rápido y sencillo, sin máquinas, sin cálculos, absolutamente intuitivo. Mis manos funcionan solas, sin una mente que piensa. Los diferentes pasos están integrados en una canción que suena desde el interior de mí mismo al tiempo que escucho como cantan los pájaros del Bosque, quizás en sintonía. Levanto mi mirada y veo que me observan desde sus atalayas, desde sus fugaces vuelos rasantes, con sus ojillos negros y profundos.

Cuando finalizo, me encuentro de nuevo con un Arco, la Flecha y un arquero que nació cuando era un joven adolescente. Me encuentro de nuevo con un nómada de los Bosques y Montañas que comienza otra vez una caza.

Al retomar mi Camino encuentro unas huellas. Pertenecen sin duda alguna a una especie que siempre me sorprende. Sigo el sendero, me desvío, tal y como hizo el ser que me precede...entro silenciosamente en un claro del bosque en el que parece no haber nada... Y mis ojos encuentran por fin a la presa... me preparo.


Agazapado entre las luces y sombras de los verdes robles que echan sus hojas nuevas, siento la tensión de la cuerda, el contacto de mi índice en la comisura de los labios. Siento la tensión desde la espalda, la mano que empuja el arco hacia delante... mis ojos que vuelan primero hasta un punto exacto y vital de la presa.

Y entonces... suelto, y vuela ondulante la primitiva flecha.

Y da en el Blanco. Un blanco que no debería estar donde se encuentra.



Sigo creciendo en mi propio Camino del Arco.